El adiós del doctor Capote

Luis Padilla nos recuerda este martes, la importancia de la figura del doctor Ángel Capote Rodríguez en la historia del CD Tenerife

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El jueves 23 de enero de 1964 fallecía el doctor Ángel Capote Rodríguez, un eminente cirujano sin cuya ayuda difícilmente el Tenerife hubiera alcanzado el prestigio que ha logrado atesorar durante su centenaria historia. Nacido en Garachico en octubre de 1896, cursó la carrera de Medicina en la Facultad de Medicina del Hospital Clínico San Carlos, en la casona de la calle Atocha (Madrid). Discípulo de Fernando Jiménez Díaz, obtuvo la licenciatura en junio de 1919 y al año siguiente contrajo matrimonio con Eulalia Rodríguez López, con la que tuvo cinco hijos, dos de los cuales también se convirtieron en reputados médicos. Y aunque en su biografía no se especifique, también contrajo matrimonio con el CD Tenerife, del que fue uno de sus socios fundadores y al que sirvió de forma desinteresada durante décadas.

Jamás ocupó cargo directivo alguno, pero sí fue uno de los principales impulsores de la creación del Stadium, negándose, pese a las propuestas que hubo, a que esa instalación llevara su nombre. No pudo evitar, sin embargo, que la grada de Naciente se conociera popularmente como la grada Capote. Sin ostentar el cargo, también actuó como secretario técnico y auspició numerosos fichajes, en especial de jugadores del Atlético de Madrid, club con el que tenía una estrechísima relación gracias a su amistad con Luis Benítez de Lugo, marqués de la Florida, presidente de la entidad colchonera. Además, el doctor Capote ayudó económicamente al Tenerife cada vez que se le requirió o, cuando debido a su cercanía con el club, pensó que era preciso hacerlo. Sin que nadie se lo pidiera y, muchas veces, sin que se supiera públicamente.

Incluso en los momentos de relativa bonanza económica, como en junio de 1956, prestó 800.000 pesetas al club (una fortuna en esa época), a devolver “cuando la entidad pueda” y sin intereses, para evitar que un Tenerife que empezaba a asentarse en Segunda División descendiera de categoría. Mucho antes, en octubre de 1934, llegó a ejercer de entrenador al no haber nadie dispuesto a ocupar tan ingrato cargo. Y durante toda su vida tuvo gran cercanía con muchos jugadores del Tenerife, siendo asiduo visitante del vestuario –donde era conocido por los futbolistas como “el jefe”– incluso en los intermedios de los encuentros. Si su aportación a la construcción del Stadium fue decisiva, al trabajar codo con codo con el entonces presidente Muñoz Pruneda, no menos importante para el devenir histórico de la entidad fueron las gestiones que realizó para que los equipos canarios tuvieran acceso a las categorías nacionales. 

     ImageÁngel Capote Rodríguez

Sus esfuerzos tuvieron éxito a principio de los años cincuenta. Bien relacionado en Madrid, su trabajo y el de Juan de la Rosa o Antonio Perera fue vital para que se permitiera al Tenerife optar a una plaza en Segunda División, algo que no pudo disfrutar en vida Heliodoro Rodríguez López, hermano de su esposa. Fundador de la clínica que llevó su nombre, falleció el citado 23 de enero de 1964 a la edad de 67 años. La historia del Tenerife hubiera sido distinta (y mucho peor) sin su presencia.