Domingo J. Jorge

Opinión

¿Competencia global?

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Hace unos días, un buen compañero me hizo reflexionar, cuando le dije que me apetecía dedicar un tiempo a refrescar cuestiones sobre las competencias y las áreas competenciales. Europa y nuestro sentido de movimiento global en el Siglo XXI nos han traído una nueva competencia, la global. Quizás, Noam Chomsky, en el siglo pasado, en los años 50, jamás hubiese imaginado que sobrepasaríamos sus previsiones en aquello que era su psicología cognitiva. En aquellos días, él asignó el concepto competencia, desde la lingüística, para hacer referencia a un conocimiento formal y abstracto acerca de reglas y principios que regulasen el sistema lingüístico, ofreciéndole un carácter innato y universal.

Muchas investigaciones y aportaciones hacia la Educación han partido desde aquella en torno a las competencias, con derivaciones en las diferentes comunidades educativas y, de igual forma, en no pocos macroespacios educativos, como lo es el propio territorio MEC en España. Así, veo acertado recordar que la LOMCE acogió un nuevo empuje, y que en su creación propuso que la nueva Ley Educativa fuera, entre otras cosas, "un conjunto de medidas para que nuestro país se sitúe en el ámbito educativo internacional en la posición que le corresponde, se mejore la formación y preparación de nuestros estudiantes y podamos converger hacia los objetivos europeos en educación de la Estrategia Europa 2020".

Dentro de este tránsito entre aquella década y nuestro hoy cercano 2020, mucho tiempo ha transcurrido, lógico, afirmación obvia, sin embargo como el artesano del cristal va elaborando con tranquilidad y armonía su figura. así se ha ido formando poco a poco esta sólida Educación en la que hoy nos hallamos. Un moldeado que en España se ha ido transformando, curso tras curso, y cogiendo siempre como referencia el buen hacer que muchos profesores y pensadores de la Educación han aportado como bagaje. Las bases están consolidadas y miran hacia nuevos horizontes. Ya se acerca esa fecha, que no se acaba en el 2020, porque un alumno no termina de formarse justo el 31 de diciembre de 2019, sino que lo seguirá haciendo durante toda su vida, la de educando y la profesional, o la que sencillamente le hace crecer como persona. Estos meses y años, seguro, que nos restan nos proponen nuevos pasos como la Competencia Global.

Por otro lado, la Declaración Mundial sobre Educación representa un hito para todos, al sentar también otras bases, las bases de un estilo de desarrollo educativo, cuyos ejes giran en torno a la satisfacción de las necesidades básicas de aprendizaje, así estas abarcan tanto las herramientas esenciales para el aprendizaje (como la lectura y la escritura, la expresión oral, el calculo, la solución de problemas) como los contenidos básicos de aprendizaje (conocimientos teóricos y prácticos, valores y actitudes ), necesarios para que los seres humanos puedan sobrevivir, desarrollar plenamente el desarrollo, mejorar su calidad de vida, tomar decisiones fundamentadas y continuar aprendiendo, es decir, contar con competencias esenciales dentro de su vida. En esta propuesta se logra trascender las posiciones centradas en la transmisión de cuerpos organizados de conocimientos y habilidades intelectuales, vincula a estos y se amplía el concepto de aprendizaje, integrando lo valorativo y actitudinal, así como el dominio de otras complejas herramientas indispensables para la vida social y personal.

El MEC, acertadamente, en los preámbulos de la LOMCE, vuelve a insistir en que "se proponen nuevos enfoques en el aprendizaje y evaluación, sobre todo por lo que respecta a las competencias clave que se consideran prioritarias de cara al desarrollo de los alumnos y a su capacidad de desenvolverse en el mundo del conocimiento y la tecnología, pero sin olvidar el resto de competencias del aprendizaje permanente".

Dentro de todo esto, se habían dado grandes y sólidos pasos durante décadas, como señalamos antes, para la consideración de que se manejen competencias, como en 1993 cuando la UNESCO constituyó una comisión internacional sobre la educación para el Siglo XXI, constituida por un equipo de especialistas encabezado por Jacques Delours, que determinó la necesidad de formar cuatro habilidades básicas las cuales definió como pilares de la educación: aprender a conocer; aprender a hacer; aprender a ser; y aprender a vivir juntos.
Así, nacen nuevas fronteras y surge el sentido de lo global con el Siglo XXI. Siempre entendiendo que la raíz del árbol de la Educación ha de estar en las competencias. De esta forma, aprendemos a mirar más allá de nuestras paredes, de nuestros hogares, y por ende, de nuestras fronteras y en Educación surge el Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes. Con origen en la OCDE, su finalidad es analizar el nivel de los alumnos, especialmente, cuando llegan al final de la etapa obligatoria de enseñanza, aproximadamente a los 15 años. Se centra en la evaluación de tres áreas competenciales: competencia lectora, matemática y científica. Además de esos tres núcleos, la OCDE ha decidido añadir un área innovadora dentro del estudio PISA, teniendo en cuenta el contexto de globalización en el que nos hallamos inmersos, con una competencia que pone el foco en las actitudes y valores. El nombre que se le ha dado a dicha competencia es "global".
Desarrollando el marco conceptual de la competencia global, nos encontramos que incluye: conocimiento y comprensión: conocimiento y comprensión de cuestiones globales y conocimiento y comprensión intercultural; destrezas cognitivas: pensamiento analítico, pensamiento crítico, empatía y flexibilidad; actitudes: apertura hacia otras culturas, respeto por los demás, conciencia global y responsabilidad.

¿Qué aporta lo global?

La competencia global se presenta como indispensable para vivir en armonía en un mundo multicultural, tanto en los centros educativos, como en nuestras comunidades o a nivel global, buscando el bienestar, la comprensión, el entendimiento, la tolerancia y el respeto mutuo. La mejora de la empatía hacia los demás ayudará a encontrar soluciones comunes, propiciando una disminución de la violencia.

Para educar en esta competencia, los docentes deberán ser un ejemplo a seguir en relación a los valores, reconociéndose la necesidad de presentar y desarrollar la competencia global en las diferentes asignaturas. Los profesores deberán tener en cuenta, además de las competencias cognitivas propias de sus materias, las no cognitivas, así como las transversales y globales.

Igualmente, se propone la elaboración de proyectos de carácter global, no solo a nivel de asignatura o centro, sino incluso traspasando las fronteras del país, con colaboraciones entre centros de diferentes nacionalidades para poder, así, tener una perspectiva más amplia de las numerosas realidades culturales y sociales existentes, promoviendo el valor de la diversidad. Internet y las nuevas tecnologías suponen un aliado para ello.

En conclusión, "la competencia global es una necesaria reivindicación de los valores, de los derechos humanos, de la atención a la diversidad, del derecho a ser diferente y a vivir en libertad. Es una plasmación en papel de unos principios que deberían ser intrínsecos a toda educación y que no debería ser preciso recordarnos. Tolerancia y respeto en una sociedad globalizada que parece que, en algún momento, se perdió en el camino", señala Ingrid Mosquera Gende en "Unir Revista".

Dice PISA que “la competencia global es la capacidad de analizar asuntos globales e interculturales, valorar distintas perspectivas desde el respeto por los derechos humanos, para interrelacionarse con personas de diferentes culturas, emprender acciones por el bien común y el desarrollo sostenible”. Tengo la experiencia en mi Centro y en otros muchos -a través de largas conversaciones con compañeros- de haber tocado esta competencia con la realidad y de sentir cómo genera cambios en las nuevas generaciones, variaciones de modelos de conducta y de interrelación entre iguales, e intersociedad, que de otra forma, no trabajando lo que ahora llamamos "Competencia Global", sería imposible entender.

Como colofón a este artículo que queda abierto, el que fuera profesor del Departamento de Didácticas Especiales, Área de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Universidad de La Laguna, ULL, José Luis Vera Batista, afirma que "el hecho de compartir papeles hace que profesores y alumnos puedan imponer y distribuir responsabilidades que antes estaban bien diferenciadas. Una de lasresponsabilidades mayores es la de tener conciencia acerca del propio proceso de aprendizaje y de las estrategias desarrolladas, es decir, cómo se aprende. Este conocimiento no puede permanecer latente, sino que se debe convertir en accionesapropiadas. Los alumnos necesitan aprender a aprender como vehículo esencial para adquirir conocimientos autónomamente, en medio de las estructuras de aprendizajeimpuestas por el marco institucional en el cual participan", añade. "En términos prácticos, se ha observado reiteradamente, que cuando se potencia la autonomía el alumno cambia la interpretación de los distintos elementos yprocesos curriculares, tanto para los alumnos como para los profesores. Los binomiostípicos van a alterar su significado, ejemplo: enseñanza/aprendizaje, proceso/ producto, las relaciones profesor/alumno, estrategias de enseñanza/estrategias de aprendizaje, etcétera" (Fundamentos Teóricos y Prácticos de la Autonomía del Aprendizaje en la Enseñanza de las Lenguas Extranjeras, 2004). Sería impensable hoy, en el albor del Siglo XXI, pensar construir una Educación sin la búsqueda de una "Competencia global". Les invito a ello, merece la pena abogar por lo global, también en Educación.