"Tenemos que empezar a creérnoslo porque el vino canario lo tiene todo"

ENTREVISTA AH | El director de Denominación de Origen Protegida Islas Canarias analiza para AtlánticoHoy los retos y necesidades de los viticultores y bodegueros del Archipiélago

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Nadie pone en duda la calidad y el prestigio de los vinos canarios. Aparte de que su apreciación es cada vez más elevada entre los expertos y consumidores de todo el mundo, nuestro producto traspasa fronteras, se posiciona en las cartas de los mejores restaurantes de numerosos países y suma incontables galardones en aquellos certámenes nacionales e internacionales en los que se da cita.

Para respaldar su viaje al exterior, la Denominación de Origen Protegida (DOP) Islas Canarias (Canary Wine) nace como una marca común que permite proyectar un vino tan singular como el canario en el mercado internacional. Se trata de un proyecto integrador que mejora las posibilidades económicas y comerciales del sector en su conjunto, y que inició su propia actividad en la cosecha del 2011. En la actualidad ya son 56 las bodegas acogidas y más de 600 viticultores.

Consciente del esfuerzo que hay detrás de cada botella, el director gerente de Canary Wine, Edgar Sabina, trabaja cada día para que los bodegueros se sientan respaldados en su labor diaria y en sus proyectos de expansión al exterior.

Natural de Tenerife, Sabina es diplomado en Ciencias Empresariales por la Universidad de La Laguna, grado en Dirección y Creación de Empresas por la Universidad Europea de Madrid, Master en Marketing y Comunicación por IEDE Business School y Master en Administración de Empresas (MBA) por EUDE Business School. Recién llegado al cargo, este amante de los vinos canarios analiza para el periódico digital canario AtlánticoHoy el papel que desarrollan en el sector para apoyar a viticultores y bodegueros de las Islas Canarias, sus principales retos y la valoración de nuestro producto en el exterior.

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Edgar Sabina en el estudio de grabación de AtlánticoHoy | AH

-¿Cómo comenzó su andadura en el sector?
"Mi andadura comenzó un poquito lejos. Empencé en Madrid hace cinco años y medio con un proyecto personal que desarrollé en la capital de España para llevar allí la gastronomía canaria. Como estudiante, en aquella época me extrañaba no encontrar ni productos de mi tierra ni conocimiento, porque muchas veces hay una cosa o la otra. En este caso, se desconocen y tampoco se consiguen. Estuve cinco años y medio dentro del Mercado de San Antón, en el centro de Madrid, y muy contento por la aceptación. Si no hay productos o conocimiento será por otro tipo de cosas, pero desde luego por características, gusto y calidad no es. Así que contento por esa etapa que desembocó en lo que soy hoy".

- Acaba  de aterrizar en el cargo recientemente. ¿Podría hacernos un balance de lo que ha encontrado y los principales retos a los que se enfrenta?
“Nos hemos encontrado una Denominación de Origen consolidada. Después de cinco años hemos visto que esto ya no es un proyecto, sino una realidad. Cuaja en el sector y ha sobrevivido. Ha pasado esta etapa dura de arrancar y crecer y ahora nos hemos marcado seguir creciendo como marca Canary Wine, que es nuestra filosofía de marca común tanto para el mercado regional pero, sobre todo, para el mercado exterior, y que las bodegas crezcan al unísono con nosotros. No estamos en el mercado para darle etiquetas o contraetiquetas a las bodegas, sino para asesorarlas y ayudarlas en todo lo que podamos”.

"Nos falta creérnoslo. Es que el bodeguero no puede hacer más esfuerzo. El bodeguero pone todo su trabajo, el viticultor pone todo su empeño y no es un problema de calidad, sino de cultura. Hay que esperar a un cambio general o empezar a creérnoslo desde ya porque lo tenemos todo"

-¿Cuáles han sido las principales dificultades para englobar las diferentes producciones en una marca única?
“El miedo que siempre surge al nombrar una denominación de origen como Islas Canarias es la pérdida del identidad, del terreno. En Tenerife venimos de un modelo donde existen cinco denominaciones de origen. Cada una con unas características diferenciadoras con respecto a la otra. Si nos ponemos a analizar con un punto de vista más global, más regional, en las siete islas tenemos características comunes como son los vientos Alisios, el terreno volcánico, la ausencia de filosfera y la temperatura constante todo el año, un clima tropical. Eso es común a las siete, pero luego es verdad que un Listán blanco en la zona norte no se comporta como uno en la zona sur de Tenerife, pero grosso modo comparten características similares que es lo que ha permitido que nos den esa denominación de origen Islas Canarias”.





- Como comentaba, dentro de la misma isla, por vertientes, hay diferencias, por lo que también serán diversas las necesidades de cada viticultor.  ¿Existen diferencias notables al respecto?
“Al viticultor lo que le está pasando es que, al no verse respaldado o acompañado en el viaje, están abandonando los viñedos. Tampoco queda claro que haya un relevo generacional. Eso es común en el norte y el sur, el este y el oeste. Ahí entra también nuestro trabajo. La Denominación de Origen no solo vela por los bodegueros, sino también por los viticultores. Tenemos que ayudarles para que se sientan acompañados y para que aquello sea rentable, que no sea mal vendida la uva, no se vean solos y apliquen técnicas de mejora del cultivo, que existen y que se las podemos hacer llegar con grandes formadores que ya traemos del ámbito nacional e internacional”.

- Ustedes conocen de primera mano qué hay detrás de cada botella de vino, cuánto esfuerzo.
“Pues sí. La verdad es que el esfuerzo es tremendo. Es lo que siempre se dice, que hasta que no lo vives no eres capaz de identificarlo o sentirlo, pero pensemos que todo nace en un viñedo, que está expuesto a las inclemencias del tiempo, a enfermedades propias del viñedo, lluvias, mil historias. Pasado ese miedo y una vez obtenida la uva empieza el trabajo de bodega. Hay que conservarlo con unas temperaturas y parámetros adecuados para que den lo que el enólogo quiere dar y aún así no está toda la batalla ganada. Hay que salir al mercado y estar en ese lineal con los Rioja, Ribera, rueda y un sinfín de denominaciones de origen que parece ser que colapsan incluso en nuestra tierra, y es algo que nos da pena por la marca y la fuerza de los vinos canarios que, desde luego, tienen mucho que decir”.





-¿Es complicado dar la misma atención a los bodegueros, digamos, grandes y pequeños para que todos se sientan igual de respaldados?

"Es una de las cosas que tenemos que ver de cara a los próximos tres a cinco años. Estamos modificando el Plan Estratégico porque queremos hacer uno donde todos se sientan identificados. Es muy difícil que llueva a gusto de todos y que haya una única línea de trabajo. En este sentido, vamos a intentar hacer dos líneas de trabajo, pero es muy difícil clasificar entre grandes y pequeños. Hay bodegas muy pequeñas pero que se venden con precios muy elevados en mercados exteriores y no las podemos tildar entonces así. También hay bodegas muy grandes, con capacidad para vender en grandes superficies y demás, pero sí es verdad que tenemos que intentar hacer planes de trabajo donde ambos se sientan partícipes e integrados".

- ¿Cree que los canarios sabemos valorar el buen vino?
"Cada vez hay más cultura del vino. Le vamos comiendo terreno a la cerveza. Yo digo que empecé con el vino rosado, luego llegué al blanco y luego al tinto. Esto ha cambiado poco. Empezamos con un blanco afrutado, un semiseco. Luego ya damos el salto al seco y acabamos en el tinto. Pienso que los ciudadanos están teniendo cada vez más conciencia del vino y nuestro trabajo es que valoren el vino canario. Como no están sujetos ni condicionados a Ribera, Rioja y Rueda, a las grandes denominaciones de origen que a veces ponen etiquetas de cómo tiene que ser un vino, esas mentes y paladares reseteados son clave para que conozcan el vino canario, sobre todo si son de su tierra".

- ¿Qué cree que nos falta entonces para formar parte de los vinos con más renombre?
"Nos falta creérnoslo. Es que el bodeguero no puede hacer más esfuerzo. El bodeguero pone todo su trabajo, el viticultor pone todo su empeño y no es un problema de calidad, sino de cultura. Hay que esperar a un cambio general o empezar a creérnoslo desde ya porque lo tenemos todo. No es que porque sea canario tiene que ser bueno. Es que se venden en Estados Unidos, Canadá, Bélgica, Francia, Alemania, probablemente en Australia, estamos intentando llegar a Japón. Si ahí cuaja, y son mercados que algunos llevan más de cinco años comprándolo, creo que será por algo".







- ¿Existen vinos canarios en las cartas de los mejores restaurantes del mundo? ¿Hasta dónde hemos llegado?
"Sí, desde luego. En el País Vasco, en los considerados mejores restaurantes y asadores del mundo, hay restaurantes que complementan su menú degustación con vinos canarios, tanto en la parte de platos salados, entrantes y primeros, como sobre todo también en los dulces. Acordémonos que el Canary es el famoso vino canario dulce que se exportaba desde Canarias al mundo. Fuimos los reyes del mercado durante muchos, muchos años. Allí hay una historia que queremos recuperar con nuestra marca, Canary Wine, y desde luego sí que por suerte estamos en los mejores restaurantes del mundo".

- ¿Cómo podemos potenciar entonces la comercialización internacional?
"Hay que continuar con el trabajo que se está haciendo. Ahí estamos más alineados los bodegueros, pues se pueden sentir más identificados en esa marca común de cara al exterior que es el Canary Wine. Ahí el trabajo no se ha terminado. Es un trabajo que se empezó hace años y está dando sus frutos. Para vender al exterior hay que tener producción, responder a esos pedidos, porque es clave no solo querer, sino poder. A mí como bodeguero me gustaría tener mis vinos en Nueva York, pero tengo que responder a eso. Entonces es clave que se tenga capacidad de producción para ello y una buena imagen en la botella. Conocemos la improtancia que tiene el etiquetado en el momento de compra y el resto, sumarse al carro de los Canary Wine, de las exportaciones y contar con nuestra ayuda para el tema de traducción, DUA, aranceles, etc. La parte logística que el bodeguero no tiene que conocer desde un principio. Si es bueno haciendo vino, nosotros le podemos ayudar a comercializarlo".

"Al viticultor lo que le está pasando es que, al no verse respaldado o acompañado en el viaje, están abandonando los viñedos. Tampoco queda claro que haya un relevo generacional"

- ¿Cómo describe Canary Wine al vino canario? ¿Cómo lo proyecta al exterior?
"Nos apoyamos mucho en que son vinos volcánicos. Al final, nuestro terreno es volcánico, lo que nos da algo único. Se nota la mineralidad, la salinidad de la presencia del mar tan cerca en los viñedos, y así lo corroboran expertos en temáticas de vinos volcánicos como los que hemos traído a la isla. El caso por ejemplo de John Szabo, que estuvo en julio con nosotros, un master sumiller, de los pocos que hay en el mundo. Un título muy difícil de conseguir. Él se quedaba sorprendido cuando probaba el vino y en su traducción decía que era salado. Lo que quería decir era "qué salinidad tiene", y es esa presencia del mar a muy pocos metros y de los vientos Alisios que ayudan a que tenga esas características".







- ¿Cómo ha sido la última cosecha? ¿Nos está perjudicando esta climatología inusual?
"La peor cosecha fue la de 2016, fue desatrosa. Cayó al 50 por ciento el nivel de producción que solemos tener en Canarias. La del 2017, la que está ahora en el mercado, fue una cosecha normal y se espera que la de 2018 sea un pelín mejor. En el caso de la isla de Tenerife, en el norte va a bajar un poco respecto al año pasado pero en el sur va a subir. El resto de las Islas nos dicen que viene retrasad pues no hemos tenido un verano caluroso que haya acelerado la maduración de la uva, sino todo lo contrario. Muy fresco y con temperaturas muy suaves que han hecho que se retrase pero no por ello significa que vayamos a tener peor cosecha. Lo que nos dicen el resto de islas es que viene buena".