Viajar a Borneo con niños

¿Y qué nos vamos a encontrar en Borneo si viajamos con niños? Pues básicamente lo mismo que si van solo adultos. Únicamente hay que ajustar un poco el ritmo.

Guardar

Featured Image 213
Featured Image 213


Javier y su familia en Borneo |IMAGEN CEDIDA

¿Otra vez os váis a ir de viaje a Asia? 
Si, ¿por qué no?
No entiendo porque os tenéis que ir de viaje tan lejos.
Bueno, la vida en Asia es barata y los billetes para llegar allí también, me parecen dos buenos motivos. Además es un destino interesante y, aunque se que a veces te cuesta creerlo, muy seguro.
Pero esta vez es diferente, os váis a la Isla de Borneo.
¿Quieres que te cuente un secreto? En la Isla de Borneo viven niños.

Esta más o menos podría la conversación de casi todos los años cuando le cuento a mi madre nuestros planes de viaje. Porque si ya te miran con cara de asombro cuando le explicas a tus allegados que el lugar elegido para el siguiente viaje es un destino exótico, si le añadimos que viajamos con un niño pequeño, esas caras de asombro casi que se transforman en caras de reprobación. Como si viajar con niños fuese cosa de locos. Para nosotros de locos sería no viajar, o hacerlo sin Magec, nuestro hijo, como nos han propuesto alguna vez ¿Dónde va a estar mejor que a nuestro lado?

Y así con la tranquilidad de saber que hacemos las cosas bien nos fuimos a visitar la Isla de Borneo.

¿Y qué nos vamos a encontrar en Borneo si viajamos con niños? Pues básicamente lo mismo que si viajamos solo adultos. Únicamente hay que ajustar un poco el ritmo del viaje y las visitas a realizar. En nuestro caso, por ejemplo, ya teníamos claro antes de la llegada que no íbamos a poder subir al Monte Kinabalu ni llegar al remoto Parque Nacional de Gunung Mulu.

Nuestro periplo en la Isla de Borneo lo iniciamos por Mabul. Una pequeña isla situada en el Mar de Célebes, a unos 20 kilómetros de Semporna, en el nordeste de Borneo. La isla por sí misma no tiene ningún atractivo particular pero es la puerta de entrada a uno de los lugares más asombrosos que uno pueda visitar y considerado como uno de los mejores puntos del Mundo para la práctica del submarinismo. La Isla de Sipadan.

El buceo en la Isla de Sipadan se hizo popular a partir de los años 90 tras recibir la ilustre visita de Jacques Cousteau y declarar que era uno de los lugares más espectaculares donde había tenido la oportunidad de bucear. Sumergirse en sus fondos es verse inmerso en una explosión de color y de vida. La transparencia de sus aguas junto a la calidad de sus corales y la vida que albergan le hacen creer a uno hallarse en un sueño. 

Las tortugas y tiburones son las estrellas del lugar, llegando a perder la cuenta del número de avistamientos desde la primera inmersión. Y los cientos de peces de diferentes especies - con especial importancia de las escuelas de jackfish y barracudas - dan un colorido toque a sus fondos difícil de superar.


Buceo en la Isla de Sipadan | JAVIER VIQUE

En esta parte de Borneo otro de los puntos de visita obligada es la ciudad de Sandakan, capital de la provincia de Sabah hasta el año 1945, que fue destruida por un intenso bombardeo japonés durante la II Guerra Mundial. Sandakan es el lugar ideal para realizar unos de los “must” de Borneo. Ir a la selva en búsqueda de orangutanes. El Centro de Rehabilitación de Orangutanes de Sepilok es el lugar ideal para realizar este tipo de avistamientos.


Los orangutanes están viendo reducido su hábitat natural a la mínima expresión por la codicia humana transformada en plantaciones de aceite de palma. Nosotros aprovechamos este momento para explicarle a nuestro hijo el porqué de algunas decisiones que tomamos en casa y que vaya tomando consciencia del mundo que queremos para él y que él trate de dejar a los que vengan detrás.

Como dice un antiguo proverbio de origen poco definido: “Nosotros no heredamos la tierra de nuestros ancestros; solo la tomamos prestada de nuestros hijos”. En Sepilok tienes los encuentros con orangutanes - y otras especies de primates - prácticamente garantizados en los “feeding time”, pero si tienes más ganas de aventuras, puedes adentrarte en la selva unos 3 kilómetros haciendo un sencillo trekking para tratar de ver a los orangutanes en libertad.


Encuentro con orangutanes | JAVIER VIQUE

Encontrarse en medio de la selva inmerso en una sinfonía orquestada por cientos de aves y de golpe hacerse el silencio para dar paso al sonido de hojas y ramas moviéndose, verte a ti mismo mirando de un lado a lado tratando de descifrar por dónde van a aparecer - y si vas a ser capaz de verlos - cuando de pronto ahí están, colgados de una rama, mirándote, casi tan asombrados como tú de verlos a ellos. Son sensaciones difíciles de describir. Aún apenas durando unos pocos segundos el encuentro bien vale la pena hacer miles de kilómetros para poder vivirlo en persona antes de que sea imposible por la destrucción de su hábitat.  

Llegados a este punto toca hacer un pequeño alto en el camino. Viajando con niños no sólo hay que planificar bien el itinerario sino que también hay que ser capaz de readaptarlo según las señales que los pequeños te va dando durante el viaje.

Los trekkings en la selva se hicieron un pocos pesados para Magec, normal si tenemos en cuento que veníamos de un mes previo por Filipinas saltando de playa en playa cada cual más paradisíaca que la anterior, así que nos tocó hacer una parada técnica en Kota Kinabalu para relajarnos un poco.La gastronomía y el Parque Marino de Tunku Abdul Rahman son los principales puntos de interés de la actual capital de la provincia de Sabah. 

Las cinco islas que conforman el Parque son el lugar perfecto para pasar un reconfortante día de playa y reponer energía después de las largas jornadas de ruta por Borneo. Si llegamos con ganas de un poco de aventura, adentrarse por los senderos de sus selvas primigenias es también una buena opción.


Imagen del viaje en familia de Javier Vique | IMAGEN CEDIDA


La gastronomía malaya es una delicia. Fuertemente influenciada por la cultura china e hindú ofrece un amplio abanico de oportunidades a la hora de sentarse a la mesa. Si tenéis problemas para que vuestro hijo coma de todo, llevarlo a la otra punta del mundo y ya veréis que cambio a la vuelta, no habrá plato que se le resista. Finalizadas las etapas por la provincia de Sabah toca dar un salto a la otra punta de Borneo, a la provincia de Sarawak. 

Si bien puede hacerse por carretera, a no ser que dispongamos de varias jornadas para hacer paradas por el camino, la mejor opción sin duda es volar directamente desde Kota Kinabalu a la capital, Kuching. 

La ciudad de Kuching se alza a las orillas del río Sarawak. Ciudad intercultural repleta de museos y lugares interesantes a visitar, como su barrio chino o el barrio hindú, es además el campo base ideal para visitar los muchos tesoros naturales que alberga esta parte de la Isla de Borneo. Parque Nacional Kubah, Parque Nacional de Gudung Gading, Centro de Vida Salvaje de Semenggogh o el Parque Nacional de Bako son algunas de sus opciones.



Javier junto a su hijo |IMAGEN CEDIDA

Nosotros justos de tiempo y apremiados por un vuelo que teníamos que coger para seguir nuestra ruta por la parte peninsular de Malasia nos decantamos por la joya de la corona en cuanto a parques se refiere, el Parque Nacional de Bako.

Curiosamente el Parque Nacional de Bako es el más pequeño de todos los nombrados y eso es una de las razones por la que es tan especial. Una pequeña península solo accesible por mar que concentra en sus apenas 27 kilómetros cuadrados prácticamente todos los tipos de vegetación que se encuentran en Borneo. No sólo la vegetación es uno de los grandes atractivos de Bako. 

Paisajísticamente es una auténtica caja de sorpresas, donde puedes estar caminando a través de una densa selva para justo al girar un recodo encontrarte ante playas dignas de las mejores películas de piratas. Rodeadas de acantilados y espesa vegetación, con la compañía de macacos o el extrañísimo mono prosbocis, único en Borneo. También puedes llevarte la sorpresa de encontrar jabalís salvajes tratando de desenterrar raíces para comer, o lo que podría ser peor, algún cocodrilo que abandonó el manglar - otro de los paisajes típicos de Bako - para ir a tomar el sol encima de alguna piedra.

Con sus senderos perfectamente delimitados y marcados en un día uno puede recorrer una parte importante del Parque y hacerse a la idea de lo que alberga, pero si queremos disfrutar plenamente de lo que ofrece lo ideal es pasar como mínimo una noche alojados en él y sentir lo que es estar totalmente rodeados por la selva y sus animales. La visita al Parque Nacional de Bako fue sin duda un excelente final para nuestra aventura por la Isla de Borneo.

Cada día lo tenemos más claro: Quien viaja no envejece, sólo crece.

(Este relato comprende una ruta de 16 días por la Isla de Borneo englobados en un viaje de dos meses a través de Filipinas, Borneo malayo y Malasia peninsular)

@elmundodemagec