"Con 12 años, la dirección del colegio censuró un periódico que yo dirigía"

EN PRIMERA PERSONA: David Cuesta, desde la plataforma de Mírame TV, ha vuelto al periodismo, la profesión que adora, después de seis meses de descanso

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David Cuesta es de los grandes periodistas de Tenerife. Lleva la profesión muy adentro, la vive, la transpira y la hace grande. Lo hizo en etapas como redactor en periódicos como la desaparecida La Gaceta de Canarias  y lo hace ahora en Mírame TV. En este inicio de 2018, vuelve a saltar a la actualidad televisiva después de haberse tomado seis meses de descanso. "El periodismo, guste o no, es para toda la vida".

- ¿Cómo llegó al periodismo?

- Pues fue algo que siempre tuve claro. De pequeño siempre se me dieron mejor las letras que los números y con 12 años me dejaron dirigir un periódico escolar. El primer número lo censuró la dirección del colegio y no publicamos nada más, así que fue una primera experiencia muy corta. Ya ves, todo empezó con un trauma infantil que terminó de despertar mi admiración por un oficio maravilloso. Luego estudié Historia en la Universidad de La Laguna. A través del curso puente entré en la Facultad de Ciencias de la Formación y el primero año comencé las prácticas en el periódico La Opinión de Tenerife. Así me introduje en este complicado mundo laboral y, no sin ayuda y mucha suerte, he logrado sobrevivir hasta hoy.  

- ¿Qué tiene de especial un medio como la televisión?

- La televisión es el medio de comunicación con mayor penetración social, y eso es un arma de doble filo. En mi caso, pasar del periodismo escrito al televisivo fue como un salto al abismo porque no tenía ni idea de cómo era ese mundo. He aprendido mucho. Gracias a los casi nueve años que llevó en Mírame Televisión he conseguido madurar como profesional y obtener una notoriedad que te abre muchas puertas en el periodismo. Pero también me ha hecho ser consciente de que la responsabilidad es aún mayor, si cabe, cuando entras de lleno en la vida de muchas personas. La televisión es un medio muy influyente en la sociedad y eso requiere de un grado extra de profesionalidad que muchas veces no se logra. Por desgracia, en el sector audiovisual hay más basura que periodismo. 

"Los periodistas no somos el cuarto poder, sino el contrapoder. Por decirlo gráficamente, el periodismo está enfrente del poder, no a su lado"

- ¿Se cuida la voz especialmente?

- No, y y eso me ha jugado más de una mala pasada. Después de algún Carnaval he llegado ronco perdido a la tele y lo he pasado fatal delante de las cámaras. A veces, los trucos de la abuela suelen ayudar a salir de un apuro.

- ¿Echa de menos la vida en la redacción de un periódico?

- Es lo que más echo de menos. El periodismo que se respira en una redacción no tiene igual en el resto de medios de comunicación. La satisfacción de formar parte de un equipo de personas que, día tras día, saca un periódico a la calle es insuperable. Aprendías a colaborar para hacer periodismo, algo que poco a poco se ha ido perdiendo. Lo peor es la preocupante precariedad que viven la mayoría de las redacciones de Canarias. Hay menos periodistas y las condiciones laborales son indignas para la importancia social de este oficio.    

- Hasta dónde llega el periodismo en su día a día. ¿Logra desconectar de la profesión?

- Me cuesta mucho desconectar. Las nuevas tecnologías te arrastran a estar alerta en todo momento y eso se convierte en un problema que afecta a tu vida personal. Después están todas las historias que te llevas a tu casa cada día. Si encima trabajas en televisión, te enfrentas a la realidad de muchas personas que ven en ti una salida a sus graves problemas. El periodismo es una herramienta decisiva para la mejora del bienestar social, pero no cuenta con todos los recursos necesarios para solucionar cada problema. La impotencia es uno de los sentimientos que más afecta a un periodista. Si además haces un trabajo crítico con el poder, no vas a estar exento de enfrentarte a presiones que alteran tu situación personal. A veces es bueno parar y pensar con calma. En mi caso, en junio decidí tomarme una excedencia de seis meses. Ahora he vuelto con muchas ganas de hacer periodismo, aunque también tengo claro que es necesario encontrar un equilibrio que permita la convivencia con esta pareja tan exigente que hemos elegido. Es importante tenerlo claro porque el periodismo, nos guste o no, es para toda la vida.

- ¿Qué es para usted lo mejor de la profesión?

- Lo mejor es la capacidad que tiene de cambiar las cosas. Sobre esto podríamos tener un debate muy largo, que de hecho existe, sobre si el periodismo debe limitarse a contar lo que ocurre o debe ser intencional. Para mí, la razón de ser de este oficio es servir de herramienta de cambio contra las numerosas injusticias que sufre la sociedad. Como elemento encargado de vigilar al poder, el periodismo es una pancarta gigante que sirve para decirle a los que manejan los hilos que, hagan lo que hagan, siempre habrá alguien dispuesto a contar lo que ocultan. Un sociedad con un buen periodismo está más preparada para defenderse de los abusos. El periodismo provoca cambios y eso asusta mucho a los que quieren mantener sus privilegios.

- ¿Qué papel juegan las redes sociales en el periodismo? ¿Y en su vida personal?

- Las redes sociales ya son parte de nuestras vidas y no nos queda otra que aprender a saber manejarlas de una manera responsable, tanto en el ámbito profesional como en el personal. Mal empleadas son un arma de destrucción masiva. Vemos a diario numerosos ejemplos de lo perversas que pueden llegar a ser, pero no podemos olvidar que abren a la sociedad un mundo de información y comunicación que debemos aprovechar. Solo uso Twitter y lo hago únicamente para trabajar. Para mí la utilidad de la red social es inmensa, pero he tardado en darme cuenta de que no puedo acostarme cada noche en la cama con el pajarito azul al lado.

- ¿Cuál es la noticia que más le ha costado dar?

- Pues la verdad que lo más duro para mí ha sido sacar adelante los programas de Despiertos. Este proyecto profesional es un programa de periodismo independiente que comparto con Esaú Hernández y Juan Lupiáñez, además de un equipo maravilloso de profesionales, y que me ha enseñado lo difícil que es salir del periodismo del día a día e intentar hacer un trabajo de profundidad. En todos los capítulos que hemos hecho, los cuatro que llevamos hasta ahora se pueden ver en nuestro canal de Youtube, nos hemos encontrado con numerosas problemas para conseguir información pública. Después de estar meses para conseguir los datos de los conciertos sanitarios con las clínicas privadas, que nos costó lo suyo, pensé que nada sería peor. Pues ya te digo que conseguir documentación del expediente de Tindaya fue aún peor. Nos ponen las cosas muy difíciles. Cada programa es un esfuerzo enorme.

- ¿Siente que los periodistas son verdaderamente lo que se conoce como 'el cuarto poder'?

- Los periodistas no somos el cuarto poder, sino el contrapoder. Por decirlo gráficamente, el periodismo está enfrente del poder, no a su lado. Este concepto lo está explicando muy bien el cine en los últimos años con ejemplos certeros.

- ¿Hasta qué punto los políticos intentan interferir en el trabajo de los periodistas?

- Hasta el punto que le permiten los editores y dueños de los medios de comunicación. Las presiones existen, aunque rara vez las sufre el periodista de forma directa por parte del político. Hay muchos ejemplos de políticos que han levantado un teléfono para llamar al responsables de un periódico porque no les gusta una información. De hecho, recuerdo más de un caso de destacados cargos públicos que han ido personalmente a un medio de comunicación para pedir que se cambie una noticia. Detesto esos comportamientos, que atentan directamente contra la razón de ser lo que somos como periodistas. Si tenemos en cuenta todo el dinero que las administraciones y los partidos políticos gastan en publicidad y propaganda en los medios, lo que nos encontramos es un panorama bastante negro para el periodismo crítico. He tenido la suerte de trabajar en un medio de comunicación, Mírame Televisión, que me ha dado la libertad suficiente para hacer mi trabajo sin que, en mi caso, me hayan afectado demasiado las presiones políticas.