José María Cabrera

Opinión

Los Molinos de Bellido

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Los Molinos de Bellido son un conjunto de edificios muy singulares de Santa Cruz de La Palma. 

Se trata de cuatro pequeñas industrias de molienda situadas en los altos de la ciudad, en un cerro que se encuentra entre los barrancos de El Río y Las Nieves, las cuales se servían de la fuerza del agua canalizada para mover unas palas de madera conectadas a sendas piedras de moler con las que se trituraba todo el grano que se comercializaba en Santa Cruz de La Palma y alrededores, aunque su producción principalmente era la de gofio. 

En 1609, el capitán y regidor del Cabildo, Don Juan Vandewalle Cervellón, cedió a Santa Cruz de La Palma unos terrenos de su propiedad para dar paso a la canalización del abastecimiento de agua a la ciudad. 

El hecho de que Vandewalle usase con frecuencia el segundo apellido de su abuela (Bellid) es el curioso motivo por el que a los molinos se les conoce con ese nombre. 

Molinos de Bellido

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Una vez instalada la acequia por la que el agua abastecía la ciudad, los personajes más acaudalados de la isla promovieron la construcción de las industrias, que por los materiales empleados eran muy costosas de sufragar y mantener, motivo por el que luego eran arrendadas a molineros locales, quienes pagaban una renta fija en concepto de alquiler. 

Estos cuatro molinos son los únicos que quedan de los trece que llegaron a funcionar al unísono en la segunda mitad del siglo XIX en el lugar. Por ese motivo desde tiempos atrás el Barranco del Rio fue denominado Barranco del Rio de Los Molinos. 

Nueve de ellos han desaparecido, pues eran de madera. Los ahora existentes datan de los siglos XVIII y XIX y fueron realizados en mampostería de piedra y cal, pero todos cesaron su actividad a lo largo del primer tercio del siglo XX

Se hallan situados contiguos pero a diferentes niveles, siguen el recorrido de la canalización original del agua, siendo el más bajo conocido como Molino del Cajetero, construido entre 1865 y 1872 por Don José Manuel Hernández González y María de las Nieves Concepción Fierro, los dos siguientes promovidos por la familia Vandewalle en sus terrenos a principios del siglo XVII y el más alto denominado Molino de Fernández-Fierro, que data de las mismas fechas y propietarios que el primero, empleados principalmente para la elaboración de gofio. 

Para aquellos aficionados al senderismo o quienes quieran visitarlos, existe un sendero turístico acondicionado denominado la Ruta del Agua, que parte desde la Avenida del Puente y serpentea por entre los molinos hasta llegar a lo alto, desde donde también se puede disfrutar de unas maravillosas vistas de la ciudad.


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