Fran Belín

Opinión

Los tiempos cambian (¡y la agenda!)

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Cuando allá, hace un par de décadas, me puse a esto del periodismo gastronómico, que conciliaba con mis funciones en el periódico El Día, la gestión de las fuentes era indispensable. Irrefutable luego para afrontar durante 7 años una página diaria en el emblemático rotativo, que se atrevió con el proyecto inusual para la época. La conversación con Martín Berasategui publicada en el Canal de Gastronomía de atlanticohoy.com me da argumento para hilvanar estas sensaciones que desgrano a continuación, a modo de reflexión.

Como decía, se trataba -se trata- de indagar (informar, divulgar, formar,...) acerca de gastronomía (local, insular, regional, nacional, universal) y ofrecer al lector hechos y noticias con trabajos fundamentados. Para este menester, en contra de cortar y pegar de internet sobre las propiedades saludables del níspero, hay que acopiar –como así es la praxis en cualquier especialidad periodística- nombres y agenda de los actores que hicieron posible en España, en general, y en Canarias, en particular, todo lo que es hoy el big bang de la culinaria y la vinicultura. 

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Martín Berasategui junto al bodeguero Jonathan García (Suertes del Marqués) | Francisco Belín


De mi agenda histórica he de decir que si hace unos años llamaba directamente, y a su móvil, a algunos de los que hoy son indiscutibles estrellas mediáticas y televisivas, que lucen vistosas chaquetillas, unos pocos ya "atienden" sobre la marcha. 

Entiéndase que lo de "instantáneamente" no es reproche sino curiosidad de que muchos de estos chefs han debido contratar scretarias/os y responsables de comunicación ante agendas abigarradas que ya gestionan personas de confianza. Por eso, recalco, nada que objetar.

Pero hay varios "históricos" que están para lo que pueda requerir, con esa amistad gratificante que muchas veces se cerró en conversaciones de madrugada, gin tonic en mano y hablando de cocina, proyectos, avances, sentimientos,.... Por su puesto, gestionar esos contactos exige el tacto que fluye precisamente de la amistad. Entre los canarios para qué decir: ¡algo fantástico!

Dios me libre de que los lectores piensen que "se me caen los anillos" si tengo que llamar a dos teléfonos distintos, como filtro, que además me remiten a un correo electrónico para que me ciña a mi solicitud –para que luego me contesten, si lo hacen, una semana después-. En absoluto.

Durante más de dos décadas he pretendido plasmar como periodista una realidad de que muchos chefs y figuras diversas de la gastronomía (críticos gastronómicos, bodegueros, prescriptores del vino, maîtres,…) están “hasta el cuello”: proyectos, nuevos restaurantes, colaboraciones en los medios, en los reality-show, en los congresos internacionales y avalando productos, géneros y robots, productos de dieta y vitaminas,... Han dejado sus agendas milimetradas a un tercero/a hacia el contacto “exterior”. 

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En el desempeño de mi labor para los frentes en los que estoy comprometido, he estado experimentando esa fenomenología y evidente contraste de cuando telefoneaba a unos y a otros y cómo hoy la “burocracia” me aboca -y esto es del todo cierto- a contar con unas declaraciones  de unos reconocidos chefs televisivos... ¡tres meses después!
Como simple anécdota, siguiendo las pertinentes indicaciones para tener contacto con un célebre dueto televisivo, por ejemplo, había que precisar una serie de condiciones para tal hecho; después de un tiempo más que razonable, otra vez insistir, hasta que la contestación fue la que fue: hasta septiembre no podrá ser. En fin, estas situaciones forman parte también de ese ajetreo de estos 'popes de la coquinaria' que desde hace ya años se han puesto a la par de deportistas, actores y actrices, estrellas de la música… 
Como entre col y col siempre habrá alguna lechuga, he de decir que es refrescante que algunos de los “enormes” dispongan de esos 15 minutos para ofrecer sus datos más frescos y se sientan a atenderte cuando le está esperando toda una cuadrilla de la televisión japonesa -por decir- para realizar un documental. Reconfortante, sí.
Los tiempos cambian. Todo esto evoluciona y a un servidor le encanta adaptarse a esas transformaciones. Agradecer ciertos gestos también, y aquí queda dicho.