Fran Belín

Opinión

Una visión también de la gastronomía: la de aprender a ser felices

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He estado organizando papeles, esquemas, la librería por eso de que en los medios dan en llamar "comienzo de la temporada",... Antonio Rodríguez  es autor del libro “Gastronomía para aprender a ser feliz” (Editorial Desclée De Brouwer, 2014), que cae en mis manos una vez más. Formidable trabajo, que recomiendo vivamente, en el que se aclara por qué la gastronomía y las emociones están tan estrechamente interrelacionadas.

Yo le echo vistazos recurrentes como libro de cabecera. El profesor hace hincapié en su obra en tres motivos, principalmente: primero, el hecho de comer, aún sin sentir fuerte hambre, provoca placer y felicidad; segundo, comer con otras personas por un motivo especial (un cumpleaños o una boda) es un acto de compartir felicidad; y, tercero: dar de comer es más que “echar de comer”. Se trata de alimentar, como hacían nuestras madres y abuelas, y además hacer sentir bien a otra personas con algo que les agrada en particular.

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El docente de la Universidad de La Laguna traza originales puentes y esboza vinculaciones insólitas entre lo fisiológico, lo cognitivo, lo emocional, lo relacional, lo personal y lo social. Todo ello, a partir de los actos de cocinar y comer.

Personalmente, me parece interesante acceder a estas dimensiones a través de recetas que se convierten en nuevos modos de interrelacionarnos recurriendo a la cocina como recurso. En este sentido, Rodríguez esgrime para tal efecto su “psicocina socioafectiva” y lo que él también denomina como los ingredientes “nutriafectivos”.

La nutrición consiste en tomar lo suficiente de materia prima idónea, pero no sólo la comida: también a los estímulos que nos llegan (imágenes, mensajes, palabras, ideas…), a las atenciones que prestamos y a las relaciones que establecemos. Una sonrisa, una caricia, un abrazo, una palabra de consuelo, una interpelación amorosa, una crítica constructiva, un gesto solidario… son también alimentos básicos en la dieta de un humano para vivir y convivir.

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Receta de gallegada con mero en el Puertito de Jandía | Francisco Belín

“Lo que pretendo es que seamos conscientes del acto psicoafectivo que realizan al comer y que se sugestionen positivamente para que así los nutrientes le alimenten no sólo el cuerpo sino también el alma”. Afirmación para tener presente, sin duda.