Fran Belín

Opinión

El ‘totum revolutum’ en diseños de chaquetillas

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La indumentaria de los cocineros fue cambiando en los últimos años a la par que la mentalidad, cuando salieron de las panzas ocultas de los restaurantes para preocuparse por el parecer del cliente acerca de sus mañas culinarias.En realidad, la uniformación de los chefs refleja su esencia personal, como aquellos atrevidos (como nuestros Víctor Cruz, con la indumentaria pintada a mano con el coyote o los huevos fritos, o Benito Álvarez, verdadero coleccionista de estilos variopintos). Están los que no renuncian a las líneas pulcras de antaño, níveas, sin colorines.

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Benito Álvarez | Elblogoferoz
Cabe destacar que la vestimenta de los cocineros se mantuvo prácticamente invariable desde que Carême la creó a mediados de 1800 y Escoffier organizó las cocinas profesionales como una brigada militar. En los últimos tiempos ha habido apuestas por otorgar toques divertidos y coloristas pero, por lo general, esas incursiones siempre culminan en los blancos, en algunas ocasiones el negro o en colores suaves como el beige.Igual ocurre con los gorros, con los adeptos al estilo pirata de la bandana, frente a los coquetos tipo “champiñón” o los puristas del emblemático “tocado” de copa. O los pantalones, a veces –y a modo de los combinados deportivos- a juego con todo el conjunto.A la semejanza de los tenistas, que hace ya décadas salieron del estricto blanco a los diseños y variaciones fluorescentes y hasta agresivas a la vista, hoy la uniformación no sólo de cocinero sino del profesional de sala se adapta a modalidades que, incluso, irradian con fuerza las figuras mediáticas, caso de Alberto Chicote, que desde que hizo aquel intercambio de diseños con Agata Ruiz de la Prada tomó el gusto y se aficionó a lucir aquellas chaquetillas transgresoras y ya definitorias en su andadura profesional televisiva.

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Foto de archivo de Alberto Chicote con una de sus famosas arlequinadas | AH
Ya en cualquier congreso gastronómico se puede atisbar la tendencia que sigue la vestimenta para profesionales de la culinaria o la sala. Al final, y salvo alguna estridencia que otra, la tendencia que impera es el de unas líneas limpias, de colores suaves, pero sobre todo la comodidad para acometer una actividad en la que se suele afrontar a altas temperaturas.Harina de otro costal es que la chaquetilla en cuestión esté literalmente colmatada de marcas de patrocinadores; es lo que en muchas ocasiones sustenta conceptos costosos, en general de alta cocina claro está.Por otra parte, mandiles y delantales vistosos en los que colores como el naranja o el fucsia dan el toque de atención a los negros imperantes, el ‘color’ que suele presidir espacios culinarios si nos ponemos a observar.No es sólo una cuestión de imagen, ya que con la ayuda de centros de I+D en el campo textil se ha llegado a tejidos elaborados a partes iguales por algodón reciclado de otras prendas y envases de plástico también reciclados.

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Una faceta, pues, la del vestido profesional, que va y viene dada la evolución de la presencia social y pública de hombres y mujeres que se encargan de dar la felicidad de mesa y mantel.