BLOG CON CÚRCUMA
“Soy la que abre y la que cierra mi negocio cada día, sin descanso, y entiendo que al menos el primer año de vida de un restaurante es así. La pasión que se le tiene que poner a este tipo de trabajo, si te falta, es mejor que te dediques a otra cosa”, me aseguraba una amiga (que no voy a nombrar por razones obvias. Precisamente, ella cerró las puertas antes del año).
En los corrillos de profesionales del sector se ve con diferentes ángulos la emprendeduría el negocio de la restauración, de la gastronomía, tan en boga. A pesar del aparente filón, este, como otros campos y mundos, tiene sus reglas inexorables. Hace falta mucho más que entusiasmo (como comprobamos al principio del artículo): modelos de negocio y reflexión sobre la realidad en Canarias.
Los hay que consideran que el que esté pensando en crear algo propio, que arremetan con ello porque es un camino precioso; eso sí, duro. Y me apuntaría a esto, siempre y cuando sea un camino empresarial conjunto, realista; que el emprendedor se sienta respaldado por un tejido empresarial fuerte y capacitado, y una fórmula testada previamente para lograr sus objetivos económicos y profesionales.
Hoy no vale “montar” (sin más) un restaurante, gastrobar, tasca, taberna,… Hay que contar con herramientas y formación de cómo deben desarrollarlas: la perseverancia, el cariño y la implicación son ya harina de otro costal yelementos diferenciadores que cada uno aporta al proyecto para hacerlo único. Antaño este concepto estaba muy asociado a la empresa familiar de la hostelería que escribía con letras de sudor: “Sacrificio”.