Arencibia vuelve al Tenerife

Luis Padilla nos habla este miércoles de Pancho Arencibia, una de las grandes figuras del fútbol canario de todos los tiempos.

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Catorce años, una guerra civil y dos títulos de liga después Pancho Arencibia regresó al Tenerife. Lo hizo el 8 de noviembre de 1949, a punto de cumplir los 38 años, tras militar durante más de una década en el Atlético de Madrid, ser internacional absoluto con España, brillar a lo largo de dos cursos en el Granada y ser el primer entrenador de la historia de la recién creada UD Las Palmas. Y lo hizo también por petición expresa del presidente Heliodoro Rodríguez, por amistad personal con el doctor Capote y con la exigencia por su parte de “no percibir por mi modesta colaboración ninguna clase de honorarios”. Su condición física ya no era la idónea, pero su talento seguía intacto. Y nadie había olvidado que durante una docena de años como emigrante había sido un motivo de orgullo para la afición blanquiazul.

En realidad, Arencibia no abandonó nunca al Tenerife. Se fue a la Península para formar en el Atlético Aviación (hoy Atlético de Madrid) la mejor pareja de interiores de la posguerra con el grancanario Paco Campos, pero cuando pasaba sus vacaciones en la Isla no dudaba en alinearse con el equipo blanquiazul para reforzarlo en amistosos contra equipos peninsulares o extranjeros. Ya consagrado tras ganar dos ligas con el Atleti, en julio de 1941 y bajo un calor sofocante, enloqueció al Heliodoro con una actuación descomunal ante el subcampeón de Copa, el Español de Barcelona, que con todas sus figuras (incluyendo al tinerfeño Gabriel Jorge) cayó por 6-1 ante el Tenerife. Pudo borrarse o esgrimir alguna excusa, pero prefirió alinearse con su equipo y jugar ante su gente.

Todocampista de nivel sobresaliente, Arencibia jugó a lo largo de su carrera de ala derecho, de interior, de mediocentro y de ariete. Y en todas las posiciones rindió de forma admirable. De vuelta al Tenerife, jugó casi siempre de delantero centro en sustitución de Antonio 'el Loco', que debía cumplir el servicio militar. Y aunque su intención se limitaba a “ayudar” con su veteranía a unos jugadores sin experiencia que debían afrontar la fase de ascenso a Segunda División, pronto se convirtió en imprescindible. Primero en el césped, con goles antológicos al Real Unión (de un espectacular cabezazo) o al Iberia durante el Campeonato Insular. Y luego, ya en la fase de ascenso a Segunda División, se convirtió en entrenador-jugador tras las dos derrotas iniciales ante Las Palmas e Imperial de Murcia, que provocaron la destitución del técnico, Andrés Llombet.

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Arencibia en la sede del CD Tenerife cigarrillo en mano.

Las lesiones, incluidas las de los dos porteros titulares, Sedomir y Cándido, perjudicaron notablemente a los blanquiazules, que afrontaron esa liguilla con un once tipo compuesto por: Manolito; Victoriano, Chicho, Llanos; Villar, Barreda; Juanito, Ledesma, Arencibia, Arbelo y Ojeda. Y aunque al final no se logró acceder a las categorías nacionales, el Tenerife pudo despedirse con un notable triunfo en Toledo (2-4). Acabada la competición, el que se despidió para siempre fue Arencibia, quien recibió una cena-homenaje organizada por los propios jugadores de la plantilla, que al tiempo eran compañeros y discípulos.