Alberto Vázquez-Figueroa: "El litro de agua embotellada cuesta tres veces más que el litro de gasolina"

AtlánticoHoy ha tenido la oportunidad de charlar con el reconocido escritor canario, Alberto Vázquez-Figueroa, que ha cosechado un gran éxito a lo largo de sus casi cien novelas

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AtlánticoHoy ha tenido la oportunidad de charlar con el reconocido escritor canario, Alberto Vázquez-Figueroa, que ha cosechado un gran éxito a lo largo de sus casi cien novelas, con más de treinta millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. 

Nos encontramos con un hombre que ha tenido una vida de película: criado en el desierto del Sáhara español, campeón de natación, submarinista profesional, periodista de guerra, escritor de éxito y, además, inventor. 

Nacido en el año 1936, tiene 82 años y ha podido presenciar grandes aventuras a lo largo de su dilatada experiencia profesional, en diferentes ámbitos, tal y como ocurre en muchas de sus novelas. Algunas de las más conocidas son Tuareg, la serie Cienfuegos, la serie Océano y Ébano.

Su trayectoria no solo se ha centrado en la literatura, sino que él mismo ha dirigido en dos ocasiones sus propias adaptaciones al cine. Sus historias han sido llevadas a la pantalla en muchas películas y series de televisión. Alberto Vazquez-Figueroa es una persona incansable, que nos asegura que en su carrera todavía tiene muchas cosas que hacer: "Hasta que te toquen el pitido final, puedes meter un gol en el último minuto", nos confiesa. 

Ha escrito más de cien libros. Después de una carrera tan larga y reconocida, ¿sigue teniendo la misma ilusión que con las primeras novelas?

Deben acercarse a las cien, pero uno siempre tiene la misma ilusión que con la primera, si no estaría fastidiado. Escribir es como hacer el amor con una mujer guapa, pero tiene una ventaja: que lo de hacer el amor con una mujer guapa, a partir de los cuarenta o cincuenta ya empieza a decaer, pero escribir puedes seguirlo haciendo hasta los ochenta y supongo que hasta los noventa también. 

Usted se crió en el Sáhara español. ¿Qué recuerdos tiene de esa época y cómo han afectado esos recuerdos a su obra?

Fue esencial. Yo llegué allí con nueve años, era muy niño. Venía de una catástrofe muy grande, había muerto mi madre, yo venía de Canarias. Era un niño normal y de repente estaba en un desierto en el que no conocía a nadie y todo el mundo era diferente. Pero por lo demás, me acostumbré, me fueron enseñando. El encargado del huerto que tenían mis tíos en la casa me enseñó a vivir en el desierto, y seis o siete años después, cuando salí de allí, me fui mucho más triste de lo que llegué. Me hubiera gustado continuar viviendo allí con los nómadas. 

"Tuve éxito con mi novela 'Ébano' y ya me retiré de la vida peligrosa, para dedicarme a otra vida peligrosa, en la que te arriesgas a que los críticos digan que tus novelas son malas (risas)", Alberto Vázquez-Figueroa.

Se ha dedicado también profesionalmente al submarinismo. ¿Cómo surgió esta vocación?

Cuando yo regresé del desierto, me hice del Equipo de Natación del Club Náutico de Tenerife y del equipo de Canarias de Natación. Participé incluso en campeonatos nacionales y, cuando vine a Madrid a estudiar Periodismo años después, el comandante Cousteau quería que la gente aprendiera a bucear y se daba cuenta de que había gente que estaba muriendo. Entonces pidió a todos los países que eligieran gente que fueran buenos nadadores y que tuvieran la mínima experiencia en buceo para enseñarles. Yo me presenté y nos seleccionaron a unos cuantos. Éramos unos treinta y los tres que aprobamos, que eran dos hermanos de Valencia y yo, pues nos seleccionaron como profesores de un buque escuela de la Marina española, se llamaba Cruz del Sur, y durante el otoño y el verano, creábamos la escuela de buceo de las 
Fuerzas Especiales, de la Marina, de los bomberos... Todas las escuelas de buceo que hay en España las creamos nosotros.






Participó en el rescate de cadáveres del Lago de Sanabria. ¿Cómo le afectó aquella experiencia?

Sí, eso fue en el año 1959. Se había roto una presa y arrastró al fondo del agua a doscientos cadáveres. Como no se podía llevar allí a los buzos tradicionales, me reclutaron para que reuniese un equipo. Reuní a quince buzos, si no recuerdo mal. En realidad no rescatábamos a los cadáveres, sino que recuperábamos pedazos de cadáveres. Estaba todo mezclado con cables, con carretas, con coches... Y no había visibilidad, porque estaba todo fangoso. Fue una de la experiencias más desagradables de mi vida. Yo creo que más que cualquiera de las guerras en las que estuve luego. 

Comenzó su carrera profesional como periodista de guerra. ¿Qué imágenes siguen todavía en su memoria después de este tiempo?

Yo empecé como enviado especial de una revista y viajaba por todo el mundo. La primera guerra fue antes de comenzar la Marcha Verde, y nos tiraban bombas y nos ametrallaban. Más adelante, pasé al diario La Vanguardia y fui corresponsal de guerra en República Dominicana y viví la revolución camañista del año sesenta y seis. Luego pasé a Televisión Española. En total fueron como nueve guerras. Me casé y a partir de ese momento me dediqué a escribir. Tuve éxito con mi novela 'Ébano' y ya me retiré de la vida peligrosa, para dedicarme a otra vida peligrosa, en la que te arriesgas a que los críticos digan que tus novelas son malas (risas).

"Ecuador es el país más bonito del mundo. Lo tiene todo", Alberto Vázquez-Figueroa.

La novela 'Ébano' trata sobre el tráfico de esclavos. ¿Cómo surgió esta historia?

Es la historia de un matrimonio. La mujer es negra y la raptan, que en aquella época era muy frecuente el rapto de mujeres en África, y su marido, que es un médico importante, intenta salvarla. Es una novela de aventuras en África y eso a la gente siempre le gusta... Y luego 'Tuareg' fue también un éxito y la serie 'Cienfuegos' en América. He escrito ya tantas novelas, que unas son mejores y otras son peores... Yo casi nunca leo una novela mía, a no ser que tenga que escribir el guion para la película.






Muchas de sus novelas han sido adaptadas al cine. ¿Cuál es la labor que suele desempeñar en estas adaptaciones? ¿Le gusta apartarse del proyecto, estar más involucrado o depende de la situación?

Eso depende. Yo he sido guionista de la película, a veces he sido coproductor... Pero casi siempre he sido guionista. 

También es inventor. ¿Nos puede explicar en qué consiste su proyecto de la desalinizadora?

Es un proyecto que podría dar agua a todo el mundo, pero por parte de todo el mundo hay una gran oposición. Con este invento se pueden producir mil litros de agua, perfecta para beber, y costarían once céntimos. Sin embargo, a día de hoy, en los bares y en los restaurantes, se está vendiendo un litro de agua a tres euros. El litro de agua embotellada cuesta tres veces más que el litro de gasolina. Eso es inadmisible. Sin embargo, los gobiernos lo permiten. Somos un país rodeado de montañas y rodeado de mar y con el sistema mío se puede tener todo el agua que se quiera. El tráfico de armas solo es posible si alguien quiere comprar armas y el tráfico de drogas solo es posible si alguien quiere consumir drogas, pero todo el mundo necesita agua, para comer, para lavarse, para regar... Este negocio, cuyos beneficios son mayores que el tráfico de drogas, el gobierno lo permite. 

¿Cómo ve actualmente la situación del periodismo y de la literatura?

El periodismo está haciendo cosas importantes que no se podían hacer en mi tiempo. Yo era un periodista de la época franquista, y no se podían hacer las cosas de hoy en día. Con todas las cosas malas que tiene, hay toda clase de periodismo. Hay periodismo "basura" y hay un periodismo muy capaz y muy inteligente que está sacando la verdad de todos los políticos. Pero como todo es tan corrupto, muchas veces no se sabe dónde empieza la verdad y el periodismo y dónde empieza la basura. 

¿Hay alguna de sus novelas que signifique algo especial para usted o le guarda cariño a todas?

Odio muchas de mis novelas (risas). Especial para mí fue 'Tuareg', 'Ébano', la serie de 'Cienfuegos' y la serie de 'Océano', con 'Maradentro', de la que se hizo una serie de televisión muy bonita que ha funcionado muy bien. Entre noventas y tantas novelas, hay de todo, como imaginarás...






¿Qué nos puede contar de su última novela 'Bajamar'?

'Bajamar' es la historia de mi familia y la historia de la inmigración canaria, de la represión del franquismo en Canarias, que fue muy dura, ya que no existía la posibilidad de pasarte al otro bando. Aquí en Canarias, desde el primer día ganaron los fascistas. 

"El litro de agua embotellada cuesta tres veces más que el litro de gasolina. Eso es inadmisible. Sin embargo, los gobiernos lo permiten. Somos un país rodeado de montañas y rodeado de mar y con el sistema mío se puede tener todo el agua que se quiera", Alberto Vázquez-Figueroa.

Ha hecho muchas cosas en su vida y ha cumplido muchos sueños. ¿Cuál la próxima meta en su vida, la más inmediata?

¡La última! (Risas). Con ochenta y dos años... Mire, siempre hay una meta. Ahora mismo, terminar la novela que estoy escribiendo, luego tengo otro libro en camino, hay un productor que quiere hacer una historia de cuando yo era niño en el desierto del Sáhara... Siempre hay diez o doce cosas en marcha. Hasta que te toquen el pitido final, puedes meter un gol en el último minuto y también puedes perder la liga por un despiste. 

De los lugares que usted ha visitado en todo el mundo, ¿nos puede recomendar un país que sea obligatorio visitar?

Ecuador es el país más bonito del mundo. Lo tiene todo. Tiene los volcanes más altos del mundo, selva, cascadas, las islas Galápagos, la ciudad de Quito es preciosa y la gente encantadora.