Visitar una de las localizaciones más importantes a nivel histórico es, sin duda, una obligación en nuestra visita a Marruecos, pues es uno de los mejores ksour conservados y más fotogénicos del sur del país. Un punto de encuentro que ha servido para inspirar a productoras cinematográficas, y cuya historia cobra vida en películas como Lawrence de Arabia, Gladiator o Alejandro el Grande.
No hay mejor motivación para descubrir Aït Ben Haddou si eres una adicta a conocer distintas formas de vida.
Aparece ante ti, a varios kilómetros antes de llegar, mientras contemplas obnubilada como a treinta grados aún se conservan en el pico de las montañas la nieve. Después de atravesar el inmenso y majestuoso Atlas es cuando vislumbras una llanura llena de trigos, arena y carretera, hasta llegar a la remota fortaleza.
Se distingue por un cúmulo de casas de color rojizo y kasbas con una intrincada decoración, sobre un empinado promontorio que se eleva sobre un río de aguas someras.
Una aventura en todas sus palabras, ya que cuando debes atravesar el río entre las múltiples bolsas y comienzas a ver más de cerca la estructura se apodera de tí un silencio y te das cuenta de que a veces las películas son mero retazos de la historia de nuestro mundo.
Yo lo disfruté, desde fuera y desde dentro, y no deja de ser impresionante. Siempre será un importante punto de parada entre Ouarzazate y Marrakech, principales núcleos de actividad tanto social como históricamente.
Una de las opciones más frecuentes entre los viajeros es quedarse en Dar Mouna, en un corto paseo al otro lado del río desde la Kasba. Se puede pasar la noche en un albergue u hotel, y así podrás contemplar el cambio de colores que ofrece el atardecer.
Otra de las cosas más imponentes, es que dentro de la fortaleza viven algunos locales. Me sorprende que dentro de esta fortificación vivan aún personas cuyo estilo de vida sea casi igual que de antaño. Yo conocí a Amir, propietaria de un kasba muy humilde. Ella nos contó que sus nietos habían emigrado a Rabat (capital del país) porque vivir en medio de arena y carretera se les hacía poco en la vida.
Nos contaba lo orgullosa que estaba y que siempre esperaba a que regresasen para hacerle los días más amenos. Nosotros nos despedimos de ella y esperamos volver.