Quizás por eso, tenía muchísimas ganas de llegar a playa de la Barca. Había visto en Internet muchas veces esta localización, donde las palmeras viven al lado de la arena y del mar. Porque seamos honestos, un isleño es aquel que vive a la sombrita de la hoja de la palmera, la misma que utilizan los servicios públicos para recoger y limpiar nuestras calles, por ese motivo, nuestras palmeras canarias las llevamos por bandera allá donde vamos.
La combinación es mucho más que curiosa, pues se aleja del pensamiento “playa caribeña” que suele imperar en la isla oriental, y da lugar un nuevo concepto de paisaje.
Mucha brisa marina de la buena, kilómetros y kilómetros de arena, montañas al lado de la costa y el murmullo del mar al fondo, un ambiente perfecto para tomar estas instantáneas.
Y encontrarnos con esta “caravana” hizo que fuera una de las mejores casualidades del viaje.
¿Qué más se puede pedir en la costa de Fuerteventura?
Si como a mí, te gustan estas playas, donde los detalles hacen la diferencia y además está dedicada casi en exclusiva a la práctica de deportes náuticos como el surf, kitesurf o similares, no dudes en seguir estas indicaciones para llegar donde se celebra cada año la prueba puntuable para el Campeonato del Mundo de Kiteboarding y Windsurfing.
Una de las cosas que más me gustó es que posee una especie de "lago" que ocupa más del 80% de la superficie de la playa, y es una zona perfecta para dar un paseo. ¿Te animas como yo?